En
marketing y dirección estratégica, la ventaja competitiva es una ventaja que
una compañía tiene respecto a otras compañías competidoras. Según Michael
Porter, puede considerarse que una empresa tiene ventajas competitivas si su rentabilidad
está por encima de la rentabilidad media del sector industrial en el que se
desempeña.
Para
ser realmente efectiva, una ventaja competitiva debe ser:
Difícil de imitar
Sostenible en el tiempo
Netamente superior a la competencia
Aplicable a situaciones variadas
Íntimamente relacionada con el núcleo del negocio
Ejemplos
de características de una compañía que pueden constituir una ventaja
competitiva:
Cualidad superior del producto
Posesión de patentes y copyrights
Valor de marca acumulado y buena reputación de la compañía
Contratos de distribución de largo período
Gran gestión interna de los datos, la información y el conocimiento
Técnicas de producción de bajo coste, liderazgo en costes
Orientación al cliente, valor de la vida del cliente
Monopolio protegido por el gobierno
Equipo profesional altamente cualificado
Poseer
una ventaja competitiva no significa necesariamente ser siempre el mejor, sólo
significa que debe existir algo que los consumidores consciente o
inconscientemente identifiquen como mejor, y que les motive a preferir tu
producto, en vez que a los de su competencia. Ese «algo distinto» será el arma
principal del producto contra la competencia. Y para desarrollarlo, puede ser
necesaria una de las principales características de la empresa moderna: el
Business Intelligence.
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