Tipos de Cuadros de Mando
El Cuadro de Mando Operativo (CMO),
es una herramienta de control enfocada al seguimiento de variables operativas,
es decir, variables pertenecientes a áreas o departamentos específicos de la empresa.
La periodicidad de los CMO puede ser diaria, semanal o mensual, y está centrada
en indicadores que generalmente representan procesos, por lo que su
implantación y puesta en marcha es más sencilla y rápida. Un CMO debería estar
siempre ligado a un DSS (Sistema de Soporte a Decisiones) para indagar en
profundidad sobre los datos.
El Cuadro de Mando Integral (CMI),
por el contrario, representa la ejecución de la estrategia de una compañía
desde el punto de vista de la Dirección General (lo que hace que ésta deba
estar plenamente involucrada en todas sus fases, desde la definición a la
implantación). Existen diferentes tipos de cuadros de mando integral, si bien
los más utilizados son los que se basan en la metodología de Kaplan & Norton.
La principales características de esta metodología son que utilizan tanto
indicadores financieros como no financieros, y que los objetivos estratégicos
se organizan en cuatro áreas o perspectivas: financiera, cliente, interna y
aprendizaje/crecimiento.
La perspectiva
financiera incorpora
la visión de los accionistas y mide la creación de valor de la empresa.
Responde a la pregunta: ¿Qué indicadores tienen que ir bien para que los
esfuerzos de la empresa realmente se transformen en valor? Esta perspectiva
valora uno de los objetivos más relevantes de organizaciones con ánimo de
lucro, que es, precisamente, crear valor para la sociedad.
La perspectiva
del cliente refleja
el posicionamiento de la empresa en el mercado o, más concretamente, en los
segmentos de mercado donde quiere competir. Por ejemplo, si una empresa sigue
una estrategia de costes es muy posible que la clave de su éxito dependa de una
cuota de mercado alta y unos precios más bajos que la competencia. Dos
indicadores que reflejan este posicionamiento son la cuota de mercado y un
índice que compare los precios de la empresa con los de la competencia.
La perspectiva
interna recoge
indicadores de procesos internos que son críticos para el posicionamiento en el
mercado y para llevar la estrategia a buen puerto. En el caso de la empresa que
compite en coste, posiblemente los indicadores de productividad, calidad e
innovación de procesos sean importantes. El éxito en estas dimensiones no sólo
afecta a la perspectiva interna, sino también a la financiera, por el impacto
que tienen sobre las rúbricas de gasto.
La perspectiva de aprendizaje
y crecimiento es
la última que se plantea en este modelo de CMI. Para cualquier estrategia, los
recursos materiales y las personas son la clave del éxito. Pero sin un modelo
de negocio apropiado, muchas veces es difícil apreciar la importancia de
invertir, y en épocas de crisis lo primero que se recorta es precisamente la
fuente primaria de creación de valor: se recortan inversiones en la mejora y el
desarrollo de los recursos.
Pese
a que estas cuatro son las perspectivas más genéricas, no son
"obligatorias". Por ejemplo, una empresa de fabricación de ropa
deportiva tiene, además de la perspectiva de clientes, una perspectiva de
consumidores. Para esta empresa son tan importantes sus distribuidores como sus
clientes finales.
Una
vez que se tienen claros los objetivos de cada perspectiva, es necesario
definir los indicadores que se utilizan para realizar su seguimiento. Para
ello, debemos tener en cuenta varios criterios: el primero es que el número de
indicadores no supere los siete por perspectiva, y si son menos, mejor. La
razón es que demasiados indicadores difuminan el mensaje que comunica el CMI y,
como resultado, los esfuerzos se dispersan intentando perseguir demasiados
objetivos al mismo tiempo. Puede ser recomendable durante el diseño empezar con
una lista más extensa de indicadores. Pero es necesario un proceso de síntesis
para disponer de toda la fuerza de esta herramienta.
No
obstante, la aportación que ha convertido al CMI en una de las herramientas más
significativas de los últimos años es que se cimenta en un modelo de negocio.
El éxito de su implantación radica en que el equipo de dirección se involucre y
dedique tiempo al desarrollo de su propio modelo de negocio.
Beneficios
de la implantación de un Cuadro de Mando Integral
- La fuerza de explicitar un modelo de negocio y traducirlo en
indicadores facilita el consenso en toda la empresa, no sólo de la
dirección, sino también de cómo alcanzarlo.
- Clarifica cómo las acciones del día a día afectan no sólo al corto
plazo, sino también al largo plazo.
- Una vez el CMI está en marcha, se puede utilizar para comunicar los
planes de la empresa, aunar los esfuerzos en una sola dirección y evitar
la dispersión. En este caso, el CMI actúa como un sistema de control por
excepción.
- Permita detectar de forma automática desviaciones en el plan
estratégico u operativo, e incluso indagar en los datos operativos de la
compañía hasta descubrir la causa original que dió lugar a esas desviaciones.
Riesgos
de la implantación de un Cuadro de Mando Integral
- Un modelo poco elaborado y sin la colaboración de la dirección es
papel mojado, y el esfuerzo será en vano.
- Si los indicadores no se escogen con cuidado, el CMI pierde una buena
parte de sus virtudes, porque no comunica el mensaje que se quiere
transmitir.
- Cuando la estrategia de la empresa está todavía en evolución, es
contraproducente que el CMI se utilice como un sistema de control clásico
y por excepción, en lugar de usarlo como una herramienta de aprendizaje.
- Existe el riesgo de que lo mejor sea enemigo de lo bueno, de que el CMI sea perfecto, pero desfasado e inútil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario