Con frecuencia me preguntan que es un Consultor de Empresas, a qué me
dedico o cual es mi trabajo. La respuesta concreta no es fácil, pero sí lo es
cuando digo que en ocasiones soy como “un médico de cabecera de empresas, en
otras como el médico especialista y en algunas como la comadrona”.
Un consultor de empresas es aquel que
presta servicios profesionales a la empresa en cualquier ámbito, ya sea
gerencial, administrativo, económico, financiero, estratégico o técnico que no
sean los tradicionales trabajos de asesoramiento contable, tributario, fiscal,
laboral, seguros sociales o de auditoría. Por tanto, el consultor de empresas
se dedicara a todo lo demás que la empresa necesita.
El consultor se ve obligado a saber de
cosas distintas así como el profesional de medicina general sabe de muchas
enfermedades y dolencias. El consultor de empresas profesional debe estar al
día en mil cuestiones fiscales, económicas, financieras, laborales,
mercantiles, legales o técnicas diversas, luego ha de estudiar y actualizarse
continuamente. El consultor es el médico de la empresa.
El consultor de empresas, con el paso del
tiempo, va conociendo tantas empresas, industrias, sectores y situaciones
diferentes, que su bagaje de conocimientos es muy amplio. Además, al final, la
empresa es un todo, donde se asemejan mucho unas a otras en sus manejos
internos y cuestiones fundamentales. El consultor acaba manejándose con
seguridad en toda clase de empresas, industrias y negocios.
Además, es algo así como la comadrona, ya que ayuda y colabora eficazmente
en el “nacimiento” de muchas empresas y negocios. Lo hace aportando
ideas iniciales, asesora en la elaboración de planes, haciendo cálculos y
estudios, previsiones y estimaciones económicas, financieras o técnicas, indica
a los promotores o socios el camino a seguir y ayuda, o él mismo lleva a cabo,
todos los pasos de creación y puesta en marcha de las nuevas empresas.
Su campo de acción es extenso y diverso.
Cuestiones tales como: planes de expansión, análisis de viabilidad, estudios
económico-financieros, creación y constitución de sociedades, consultoría de
gestión y dirección, estrategias para solventar crisis empresariales,
comercialización y ventas, adquisiciones y fusiones de empresas, negociación
con proveedores y acreedores, la sucesión de la empresa familiar o el
asesoramiento técnico puro, son algunos de las practicas en la oferta de
servicios de los consultores.
Las empresas utilizan consultores cuando
las capacidades internas no son suficientes para resolver algún problema, o
cuando el costo de generar soluciones desde adentro sobrepasa en mucho el costo
de consultar externamente (afuera). No es un servicio barato, por lo tanto el
empresario debe tener mucho cuidado en el momento de elegir a un consultor. La
idea es que el egreso sea una inversión, no un gasto.
La consultoría es un servicio prestado por una persona o personas independientes y calificadas en la identificación e investigación de problemas relacionados con políticas, organización, procedimientos y métodos; recomendación de medidas apropiadas y prestación de asistencia en la aplicación de dichas recomendaciones.
La consultoría es un servicio prestado por una persona o personas independientes y calificadas en la identificación e investigación de problemas relacionados con políticas, organización, procedimientos y métodos; recomendación de medidas apropiadas y prestación de asistencia en la aplicación de dichas recomendaciones.
La consultoría de empresas es un
servicio al cual los directores de empresas pueden recurrir si sienten
necesidad de ayuda en la solución de problemas. El trabajo del consultor
empieza al surgir alguna situación juzgada insatisfactoria y susceptible de
mejora, y termina, idealmente, en una situación que se ha producido un cambio
que constituye una mejora.
La consultoría se caracteriza por la
imparcialidad del consultor, que es un rasgo fundamental de su papel. Esta
independencia significa al mismo tiempo una relación muy compleja con las
organizaciones clientes y con las personas que trabajan en ellas. El consultor
no tiene autoridad directa para tomar decisiones y ejecutarlas. Pero esto no
debe considerarse una debilidad si el consultor sabe actuar como promotor de
cambio y dedicarse a su función, sin por ello dejar de ser independiente. Por
consiguiente, debe asegurar la máxima participación del cliente en todo lo que
hace de modo que el éxito final se logre en virtud del esfuerzo de ambos.
No se contrata a los consultores para
dirigir organizaciones o para tomar decisiones en nombre de directores en problemas.
Su papel es actuar como asesores, con responsabilidad por la calidad e
integridad de su consejo; los clientes asumen las responsabilidades que
resulten de la aceptación de dicho consejo. No solo se trata de dar el consejo
adecuado, sino de darlo de manera adecuada y en el momento apropiado. Esta es
la cualidad fundamental del consultor. El cliente, por su parte, debe ser capaz
de aceptar y utilizar esa ayuda del consultor.
Una persona llega a ser consultor de
empresas en el pleno sentido del término después de haber acumulado una masa
considerable de conocimientos sobre los diversos problemas y situaciones que
afectan a las empresas y adquirido la capacidad necesaria para identificarlos,
hallar la información pertinente, analizar y sintetizar, elegir entre posibles
soluciones, comunicarse con personas, etc. Cierto es que los dirigentes de las
empresas también tienen que poseer estas capacidades. Lo que distingue a los
consultores es que pasan por muchas organizaciones y que la experiencia
adquirida en las tareas pasadas puede tener aplicación en las empresas en las
que se realizan nuevas tareas. Además, los consultores profesionales se
mantienen al tanto de los progresos en los métodos y técnicas, señalan estos
progresos a sus clientes y contribuyen a su aplicación.
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