martes, 7 de abril de 2015

¿QUÉ ES UN CONSULTOR DE EMPRESAS?

Con frecuencia me preguntan que es un  Consultor de Empresas, a qué me dedico o cual es mi trabajo. La respuesta concreta no es fácil, pero sí lo es cuando digo que en ocasiones soy como “un médico de cabecera de empresas, en otras como el médico especialista  y en algunas como la comadrona”.
Un consultor de empresas es aquel que presta servicios profesionales a la empresa en cualquier ámbito, ya sea gerencial, administrativo, económico, financiero, estratégico o técnico que no sean los tradicionales trabajos de asesoramiento contable, tributario, fiscal, laboral, seguros sociales o de auditoría. Por tanto, el consultor de empresas se dedicara a todo lo demás que la empresa necesita.

El consultor se ve obligado a saber de cosas distintas así como el profesional de medicina general sabe de muchas enfermedades y dolencias. El consultor de empresas profesional debe estar al día en mil cuestiones fiscales, económicas, financieras, laborales, mercantiles, legales o técnicas diversas, luego ha de estudiar y actualizarse continuamente. El consultor es el médico de la empresa.

El consultor de empresas, con el paso del tiempo, va conociendo tantas empresas, industrias, sectores y situaciones diferentes, que su bagaje de conocimientos es muy amplio. Además, al final, la empresa es un todo, donde se asemejan mucho unas a otras en sus manejos internos y cuestiones fundamentales. El consultor acaba manejándose con seguridad en toda clase de empresas, industrias y negocios.

Además, es algo así como la comadrona, ya que ayuda y colabora eficazmente en el “nacimiento” de muchas empresas y negocios. Lo hace aportando ideas iniciales, asesora en la elaboración de planes, haciendo cálculos y estudios, previsiones y estimaciones económicas, financieras o técnicas, indica a los promotores o socios el camino a seguir y ayuda, o él mismo lleva a cabo, todos los pasos de creación y puesta en marcha de las nuevas empresas.
Su campo de acción es extenso y diverso. Cuestiones tales como: planes de expansión, análisis de viabilidad, estudios económico-financieros, creación y constitución de sociedades, consultoría de gestión y dirección, estrategias para solventar crisis empresariales, comercialización y ventas, adquisiciones y fusiones de empresas, negociación con proveedores y acreedores, la sucesión de la empresa familiar o el asesoramiento técnico puro, son algunos de las practicas en la oferta de servicios de los consultores.

Las empresas utilizan consultores cuando las capacidades internas no son suficientes para resolver algún problema, o cuando el costo de generar soluciones desde adentro sobrepasa en mucho el costo de consultar externamente (afuera). No es un servicio barato, por lo tanto el empresario debe tener mucho cuidado en el momento de elegir a un consultor. La idea es que el egreso sea una inversión, no un gasto.

La consultoría  es un servicio prestado por una persona o personas independientes y calificadas en la identificación e investigación de problemas relacionados con políticas, organización, procedimientos y métodos; recomendación de medidas apropiadas y prestación de asistencia en la aplicación de dichas recomendaciones.

La consultoría de empresas es un servicio al cual los directores de empresas pueden recurrir si sienten necesidad de ayuda en la solución de problemas. El trabajo del consultor empieza al surgir alguna situación juzgada insatisfactoria y susceptible de mejora, y termina, idealmente, en una situación que se ha producido un cambio que constituye una mejora.

La consultoría se caracteriza por la imparcialidad del consultor, que es un rasgo fundamental de su papel. Esta independencia significa al mismo tiempo una relación muy compleja con las organizaciones clientes y con las personas que trabajan en ellas. El consultor no tiene autoridad directa para tomar decisiones y ejecutarlas. Pero esto no debe considerarse una debilidad si el consultor sabe actuar como promotor de cambio y dedicarse a su función, sin por ello dejar de ser independiente. Por consiguiente, debe asegurar la máxima participación del cliente en todo lo que hace de modo que el éxito final se logre en virtud del esfuerzo de ambos.


No se contrata a los consultores para dirigir organizaciones o para tomar decisiones en nombre de directores en problemas. Su papel es actuar como asesores, con responsabilidad por la calidad e integridad de su consejo; los clientes asumen las responsabilidades que resulten de la aceptación de dicho consejo. No solo se trata de dar el consejo adecuado, sino de darlo de manera adecuada y en el momento apropiado. Esta es la cualidad fundamental del consultor. El cliente, por su parte, debe ser capaz de aceptar y utilizar esa ayuda del consultor.


Una persona llega a ser consultor de empresas en el pleno sentido del término después de haber acumulado una masa considerable de conocimientos sobre los diversos problemas y situaciones que afectan a las empresas y adquirido la capacidad necesaria para identificarlos, hallar la información pertinente, analizar y sintetizar, elegir entre posibles soluciones, comunicarse con personas, etc. Cierto es que los dirigentes de las empresas también tienen que poseer estas capacidades. Lo que distingue a los consultores es que pasan por muchas organizaciones y que la experiencia adquirida en las tareas pasadas puede tener aplicación en las empresas en las que se realizan nuevas tareas. Además, los consultores profesionales se mantienen al tanto de los progresos en los métodos y técnicas, señalan estos progresos a sus clientes y contribuyen a su aplicación.


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