jueves, 7 de mayo de 2015

"CURSO DE EXPERTO EN CALIDAD DE SERVICIOS Y ATENCIÓN AL CLIENTE: LA COMUNICACIÓN CON EL CLIENTE"

Toda relación del profesional que trata directamente con el/la cliente se basa en un proceso continuo de comunicación. Por tanto, la comunicación no corresponde a ninguna etapa de la entrevista o contacto que tengamos con el/la cliente, sino que está presente durante todo el tiempo que dure dicho contacto.
Por lo dicho anteriormente, es fácil deducir que un buen profesional del Servicio al/a la cliente deberá ser, ante todo, un buen comunicador, es decir, poseer o adquirir habilidades tales como:
·         Saber preguntar.
·         Saber escuchar.
·         Saber argumentar correctamente y expresar sus ideas con claridad.
·         Tener capacidad de persuasión.
·         Utilizar adecuadamente el lenguaje no verbal.

La comunicación es la caja de herramientas del profesional que trata con clientes. Es la única forma que tiene para persuadir al/a la cliente y vencer su resistencia a comprar.
Si no sabes transmitir lo que quieres no lograrás gran cosa. Por el contrario, si eres capaz de llegar al/a la cliente alcanzarás tus objetivos.
  
Definición:
La comunicación es el proceso de relación entre un emisor y un receptor, que a través de un canal y utilizando un código común, se intercambian mensajes con la intención de conseguir algo.
Los elementos de la comunicación son, por tanto: el emisor, el receptor, el canal, el código y el mensaje. Pero nosotros/as pensamos que falta un sexto elemento: La SINTONÍA.

Establecer sintonía consiste en generar confianza mutua en un encuentro cara a cara.

Esto se consigue hablando el mismo lenguaje y al mismo nivel y siendo sensible al pensamiento de nuestro/a interlocutor/a.

Las personas nos comunicamos con los/las demás e influimos en ellos/ellas por medio de tres canales principalmente:
·         El lenguaje corporal
·         El tono de voz
·         Las palabras que utilizamos

 Cuando existe sintonía entre dos personas que están conversando, se puede comprobar cómo, de forma inconsciente, igualan su tono de voz y su lenguaje corporal, pareciendo uno la imagen especular del otro. De modo que es importante vigilar el tono y lenguaje no verbal de nuestro/a interlocutor/a para saber cuando existe sintonía entre nosotros/as. De igual manera debemos igualar estos aspectos, de forma que exista simetría entre nosotros/as y nuestro/a interlocutor/a, con lo que, con toda seguridad, conseguiremos establecer sintonía.
A la gente le gustan las personas que son como ellas mismas. Crear una relación de confianza y credibilidad mediante la igualación del lenguaje corporal, del tono de la voz y de las palabras, es una habilidad que se puede aprender y perfeccionar. Es tan importante que los mejores comunicadores dentro de profesiones como la política, la televisión, etc., las practican día a día.

En el proceso de una transacción comercial, crear sintonía por medio de la igualación es una conducta constante de los mejores profesionales.

La comunicación en nuestras relaciones comerciales nos sirve para:

·         Solicitar información
De esta manera, conseguiremos descubrir los aspectos más importantes sobre el posible comprador a través de cuidadas y estudiadas técnicas de pregunta y escucha.

·         Dar información
     Por supuesto, de una forma clara, convincente, persuasiva y motivadora.

·         Establecer relaciones con los/las clientes

Manifestando empatía, amabilidad e interés de forma verbal y no verbal.
·         Solicitar Información
De esta manera, conseguiremos descubrir los aspectos más importantes sobre el posible comprador a través de cuidadas y estudiadas técnicas de pregunta y escucha.
·         Dar información
Por supuesto, de una forma clara, convincente, persuasiva y motivadora.

·         Establecer relaciones con los/las clientes
Manifestando empatía, amabilidad e interés de forma verbal y no verbal.

Solicitar Información
Lo haremos de forma profesional preguntando y aplicando la escucha activa.
 La escucha activa

La escucha activa es el esfuerzo físico y mental de querer captar con atención la totalidad del mensaje que se emite, tratando de interpretar el significado correcto del mismo, a través del lenguaje verbal y no verbal que realiza el emisor e indicándole mediante la retroalimentación lo que creemos haber entendido.

Mediante la escucha activa conseguimos caer bien a las personas, porque demostramos que nos interesa lo que nos dicen.
Para escuchar activamente debemos seguir los siguientes consejos:

Concéntrate
Hay que estar concentrado y no “desconectar” aunque la otra persona no se exprese claramente. Ten paciencia con las personas de pocas palabras o que hablen lentamente y no interrumpas. Se tolerante y no permitas que los tics nerviosos, los gestos exagerados o las muletillas de tu interlocutor/a te distraigan. Tampoco te distraigas con las barreras físicas (ruidos, calor, etc.). Muestra un sincero interés por lo que dice tu interlocutor/a, eso crea un clima de confianza. Si te muestras distraído o poco interesado, tu interlocutor/a adoptará también una actitud de desinterés e, incluso, hostil.

No reacciones emocionalmente
No reacciones emocionalmente cuando tu interlocutor/a diga algo que te parezca de mal gusto o desagradable o no estés de acuerdo con él/ella. Será mejor mantener la mente abierta y esperar a conocer todos los detalles antes de hacer ningún juicio o discutir.

Sé respetuoso.
Muestra siempre el máximo respeto por lo que dice tu interlocutor/a, aunque parezca aburrido o un disparate. A veces, el contenido puede ser interesante, pero se rechaza cuando la forma de exponerla es pobre. Por lo tanto, no juzgues a las personas por la manera en que dicen las cosas. Escucha todas las ideas y opiniones de tu interlocutor/a y busca siempre aquello que pueda ser interesante para ti.

Ponte en su lugar.
Sé empático. La empatía es la voluntad de ponerse en el lugar del otro. De esta forma comprenderá mejor las necesidades y motivaciones de tu cliente.

Cuida tu lenguaje corporal.
·         Mantén el contacto visual. Mira a tu interlocutor/a siempre a los ojos, es más importante de lo que parece, aunque sin atosigar. Así podrás también vigilar su lenguaje corporal.
·         Mantén una postura erguida, no te abandones en la silla.
·         Asiente con la cabeza, sonríe.

Deja hablar.
No interrumpas inútilmente, tienes que ser disciplinado y paciente. Respeta los silencios.

Observa bien las señales.
El tono de voz de tu interlocutor/a, su actitud, su postura, sus gestos, su cara, su  mirada, su expresión. Todo esto mejora la comprensión de sus palabras.
 Haz preguntas.
Para aclarar las dudas que tengas, o cuando no hayas oído correctamente. Confirma lo que has entendido y no hagas suposiciones.

Resume parafraseando.
De vez en cuando debes hacer resúmenes de las ideas más importantes del/la cliente usando las palabras clave que utilizó. Esto te permitirá comprobar que entiendes correctamente lo que dice el/la cliente y demostrar que estás prestando atención; pero, ¡cuidado!, no le interrumpas innecesariamente, busca el momento oportuno. Utiliza expresiones de escucha activa, como:
·         “Creo comprender que usted quiere decir...”
·         “Parece que usted quiere decirme que...”
·         “Como usted dice, parece que...”
·         “Si le entiendo bien, usted quiere decir que...”

Toma notas.
Anota los puntos esenciales. Esto sirve para indicar que tienes interés y, además, te permite no olvidar nada. Por otra parte es una forma muy eficaz de ganar tiempo para pensar.

Mantén una actitud verbal activa.
Escuchar no quiere decir que te quedes mudo. Utiliza expresiones como “aja”,
“mm”, “verdad”, “si”, “de acuerdo”, “conforme”, “interesante”, etc.

Prepara la respuesta
Prepárate y piensa antes de contestar. Es necesario que hagas una pausa y que no des respuestas automáticas.
La escucha activa no es algo innato en todo el mundo y exige práctica. Pero todo el personal debería entrenarse en ella ya es la mejor técnica para descubrir las necesidades y motivaciones de sus clientes. Además, como hemos dicho anteriormente, la escucha activa reduce los malentendidos, evitando las actitudes negativas.

Dar Información  
El verdadero profesional de la venta no parece vender sino que parece que está manteniendo una conversación con el/la cliente, dialogando con él/ella sobre sus necesidades. A esto se le llama vender conversando.

En nuestro trato con el/la cliente dentro de un contexto que no sea, puramente, un proceso de venta, también tenemos que actuar de igual manera. Por ejemplo, si un/a cliente nos presenta una queja, tenemos que atenderla conversando, evitando a toda costa que esa conversación se convierta en una discusión. En definitiva, dos no se pelean si uno de ellos no quiere, por lo tanto, está dentro de nuestra elección que no entremos en una dinámica de enfados y riñas en determinadas circunstancias en el trato con clientes.
La importancia del Usted
Lo mismo ocurre cuando queremos persuadir a través de la comunicación. La información hay que darla de una forma clara, concisa y persuasiva. Centrándose siempre en el/la cliente, haciendo una presentación de aquello que sea relevante para él/ella, manteniendo el interés, la credibilidad y la confianza. Para conseguir todo esto debemos darle “atractivo” a la conversación, pensando y hablando en función de los intereses del/la cliente y usando las palabras “usted”, “su” y “suyo” tan a menudo como le sea posible y apelando a sus motivaciones de compra. Por otro lado hay que evitar el “yo”, “mi” y “mis”. De esta forma conseguiremos que el/la cliente se sienta reflejado en nuestros argumentos.
Estas consideraciones hay que tenerlas en cuenta no sólo cuando se entabla una relación cara a cara con el/la cliente, sino también en el caso de una llamada telefónica y de una carta o a través de publicidad.
Establecer Relaciones con los/las clientes
Este punto es muy importante porque los/las clientes sólo establecen una relación duradera con una empresa cuando las personas que están tratando con él/ella, les cae bien y les merece confianza. Para que ocurra esto debe existir sintonía entre proveedor y cliente. Si no conseguimos esto, de nada servirán todas las técnicas de venta, ni de servicio al/a la cliente.

Para que exista sintonía, además de igualar el lenguaje corporal, el tono de la voz y las palabras con las del/la cliente, existen otras conductas que debemos tener en cuenta:

·         Escuchar activamente.
·         No interrumpir.
·         No contradecir.
·         Llamar al/a la cliente por su nombre.
·         Mostrar un interés genuino por el/la cliente.
·         Mantener una actitud relajada y comunicativa.
·         Igualar nuestro tono de la voz con nuestro lenguaje corporal.
·         Corresponder al contacto visual de nuestro/a interlocutor/a.
·         Realizar gestos que sean armónicos con nuestros mensajes.
·         Sonreír.
El Lenguaje Verbal
Paradójicamente, cuanto más se exprese una persona a través de las palabras menos comunicativa será.

·         La palabra representa, aproximadamente un 7% de la capacidad de influir en los/las demás.
·         El tono de voz supone un 38% de ese poder sobre el contenido del mensaje.
·         El lenguaje corporal supone el 55% restante.
No obstante, y aunque no es el factor más importante que empleamos para comunicarnos, la palabra tiene un valor muy significativo en el marco de las relaciones interpersonales, porque:
·         Nos permite ordenar los pensamientos y expresarlos.
·         Nos permite expresar nuestras opiniones.
·         Podemos manifestar nuestros sentimientos.
·         Nos ayuda a que los/las demás nos comprendan.
 ELEMENTOS QUE INTERVIENEN EN EL LENGUAJE VERBAL

El tono de la voz
El tono de la voz es el segundo canal de comunicación en orden de importancia. No hay nada más aburrido que oír a una persona que se expresa siempre con el mismo tono de voz. La monotonía induce a que el/la interlocutor/a pierda interés y concentración en lo que usted dice. Varíe el tono de voz, el ritmo y la intensidad de la voz en función de lo que se dice y en función de nuestro lenguaje corporal. No debe existir incongruencia entre lo que se dice verbalmente y lo que se dice de forma no verbal, porque la gente se fía (inconscientemente) más de los gestos que de las palabras. Los gestos siempre dicen la verdad sobre los sentimientos y las actitudes de quien los hace.

La velocidad
Hablar muy rápido dificulta la comprensión del mensaje y es una prueba inequívoca de que quien habla está nervioso. Por otro lado, hablar muy despacio suele impacientar al interlocutor/a, haciendo que pierda interés o incluso puede llegar a irritarle.
El volumen
El volumen debe ser medio tendente a alto. Demasiado bajo transmite sensación de sumisión y tristeza y demasiado alto puede intimidar al interlocutor/a.

La palabra
Los estudios demuestran que las personas tienden a oír aproximadamente un 50% de lo que les dicen, y sólo retienen un 10% de lo que oyen. Así que en realidad retienen un 5% de las palabras que les dicen.

Hemos visto que más importante que las palabras en sí, es la manera en que se dicen y lo que se hace mientras se pronuncian.
Si los/las clientes sólo recordarán una parte tan pequeña de lo que se les dice, decide tú mismo, por adelantado, qué quieres que recuerden.
Tendemos a recordar mejor lo que ocurre al principio y al final de las reuniones, así que conviene exponer los mensajes importantes en esos momentos. Utiliza la voz para subrayar lo que quieres que el/la cliente recuerde. Márcalo también con un gesto, para reforzar el mensaje. Hazlo con firmeza y utiliza el mismo gesto para remarcar ese punto cada vez que lo repitas.
Es importante utilizar las mismas palabras clave que utiliza nuestro/a interlocutor/a, porque así le resonarán nuestros mensajes y le dará la impresión de que lo que está escuchando, esta diciéndolo él/ella mismo. De esta manera, el/la cliente siente que la idea que le proponemos es suya. Esta actitud es verdaderamente eficaz, ya que a nadie le gusta sentir que se le quiere obligar a que compre o haga una cosa determinada (cualquier obligación provoca rechazo). Todos preferimos creer que compramos lo que se nos antoja y que actuamos según nuestro criterio. Nos gusta que se nos consulte acerca de nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestras ideas.
Aunque el uso de frases hechas y “muletillas” es normal, no se debe abusar de ellas, de lo contrario denotaríamos inseguridad. Lo mismo ocurre si abusamos de las pausas, de las palabras de relleno, delas repeticiones, todos estos abusos dan muestra de inhabilidad, de inseguridad incluso de no creernos lo que estamos diciendo.
Es necesario que el profesional que trata cara a cara con el/la cliente, sea un maestro/a de la palabra porque la comunicación es su principal herramienta, para ello ha de enriquecer su vocabulario y depurar sus expresiones. Esto aumentará sus recursos ante el/la cliente.

El Lenguaje Corporal

Ya hemos dicho que no es tan importante lo que se dice como la manera de decirlo.
El lenguaje corporal apoya o contradice las palabras que utilizamos. Por ejemplo, si alguien nos dice: “no estoy preocupado”, y al mismo tiempo tiene las manos en los bolsillos, los hombros encogidos, la cabeza hacia abajo y la expresión triste ¿creeríamos los que dice? No, porque normalmente tenemos la tendencia a creernos más lo que vemos que lo que oímos.
Por otra parte, sería muy interesante que agudizáramos nuestros sentidos para interpretar el leguaje corporal de los/las demás y saber si nuestras argumentaciones han convencido o no.
Si consiguiésemos ser un poco más conscientes de nuestro comportamiento no verbal y del de los/las demás, nuestros intentos de comunicación serían mucho más eficaces por ambas partes. Tan sólo ha de tenerse en cuenta que la interpretación válida del lenguaje corporal únicamente puede hacerse a partir de un grupo de gestos, es decir, a partir de un conjunto de movimientos interrelacionados (postura corporal, manos y brazos, cabeza, así como la expresión facial). Al igual que en la comunicación verbal, una sola palabra carece de sentido, un conjunto de palabras que conforman una frase, sí lo tiene. Por lo tanto, debemos interpretar siempre el lenguaje corporal en un conjunto de gestos y no por gestos aislados.

ELEMENTOS QUE INTERVIENEN EN EL LENGUAJE CORPORAL

La expresión de la cara
La cara muestra el estado emocional del sujeto (tristeza, alegría...) y la actitud que mostramos hacia el/la interlocutor/a (interés, aprecio...). Mantengamos una expresión cálida, amistosa, relajada e interesada. Una sonrisa siempre es aconsejable, siempre que no sea forzada ni en exceso ni fuera de contexto.
La apariencia
El primer aspecto perceptible del lenguaje corporal es la ropa y la apariencia. Durante los primeros segundos de contacto, nos formamos una primera impresión de las personas. Esa primera impresión está basada casi por completo en la ropa y la apariencia. Al igual que el tono de la voz, la postura y los gestos, la ropa que escogemos también subraya nuestros mensajes. Puede influir profundamente en la manera en somos vistos por los/las demás y en la forma en que nuestros mensajes son recibidos.
No dejes que la costumbre te dicte tu manera de vestir y de arreglarte. Sé inteligente y adáptate a la cultura en la que quieres introducirte.
 El aspecto de una persona indica lo que siente acerca de sí misma. Si tú te aceptas, será más fácil que los/las demás también te acepten.
La postura y los gestos
La próxima vez que te encuentres en algún lugar donde haya gente hablando, mira a tu alrededor y trata de averiguar quiénes adoptan los mismos gestos o la misma postura de la persona con quien conversan. La igualación es un medio muy eficaz de transmitir que se está de acuerdo con las ideas y actitudes del/de la interlocutor/a. También es la forma en que nosotros/as comunicamos a los/las demás que realmente nos agradan.
La igualación del lenguaje corporal es algo que instintivamente hacemos cuando estamos en una reunión: si nuestro/a interlocutor/a se sienta, también lo hacemos nosotros/as; si está de pie, nos sentimos también cómodos de pie. Igualar el lenguaje corporal es una manera muy poderosa de crear sintonía.
Cuando empieces a experimentar la técnica de igualación, es posible que te sientas violento; eso se debe a que empiezas a ser consciente de algo que hacías antes sin darte cuenta, sólo que ahora tienes más opciones respecto a cuándo y en qué medida lo haces.
Pero, es conveniente tener en cuenta que igualar no es imitar. La imitación es una copia exacta y evidente del comportamiento de la otra persona, y su efecto será el contrario del que se pretende alcanzar.
La distancia
Casi todos los animales consideran como propio un cierto espacio alrededor de sus cuerpos. Hasta dónde se extiende ese espacio, depende fundamentalmente de las condiciones en que el animal se crió. Como el resto de los animales, el hombre tiene su propia “burbuja de aire” portátil cuyas dimensiones dependen también de la densidad de la población en su lugar de origen. La amplitud de la zona personal está determinada por el tipo de cultura. El radio de la burbuja alrededor del individuo occidental puede dividirse en cuatro distancias zonales bien claras:
Zona íntima (15 a 45 cms.). Es la más importante y es la que una persona cuida como su propiedad. Sólo se permite la entrada a los que están emocionalmente muy cerca de la persona en cuestión: la pareja, los padres, los hijos, etc. Hay una subzona que llega hasta unos quince cms. Y a la que otra persona puede llegar sólo mediante el contacto físico: es la zona íntima privada

·         Zona personal (entre 46 cms. y 1,22 mts.). Es la distancia que separa a las personas en una reunión social, o en la oficina, así como en las fiestas.
·         Zona social (entre 1,23 y 3,6 mts.). Esa es la distancia que nos separa de los extraños.
·         Zona pública (a más de 3,6 mts.). Es la distancia cómoda para dirigirnos a un grupo de personas.

Cuando una persona penetra en nuestra zona íntima, lo hace por una de las dos razones siguientes. Primera: la persona que entra es un pariente cercano, o un amigo. Segunda: la persona que entra es hostil y desea atacar.
Eso significa que rodear con el brazo los hombros de alguien que acabamos de conocer, aunque sea de manera muy amistosa, puede hacer que la persona tome una actitud negativa hacia nosotros/as; aunque, para no ofender, esta persona sonría y parezca estar contenta. Si queremos que la gente se sienta cómoda en nuestra compañía, la regla de oro es “mantener la distancia adecuada
La mirada
Es un elemento de gran poder expresivo. Al/a la cliente conviene mirarle directamente a los ojos; sin apabullarle. Mirar mucho al/a la cliente no contribuye forzosamente a establecer sintonía y mirarle demasiado poco nos hace parecer inseguros. Empiece con el mismo nivel de contacto visual que el/la cliente, el nivel que a él/ella le resulte cómodo.
Generalmente, en un contacto cara a cara, es recomendable que, al menos, dos tercios del tiempo que dure el mismo, debemos mirar al/a la cliente a los ojos.
¿CÓMO SE DEBE INTERPRETAR EL LENGUAJE CORPORAL?

Los gestos, movimientos y miradas de una persona en particular tienen un significado concreto que no es posible conocer por adelantado.
Algunas escuelas de pensamiento sugieren que ciertas posturas o ciertos gestos tienen siempre un mismo significado. Por ejemplo, se dice que cuando un/a cliente cruza los brazos es que se pone a la defensiva o no está interesado en las palabras de su interlocutor/a, aunque por ejemplo las mujeres suelen cruzar los brazos y las piernas más que los hombres, para acomodarse. Si interpretamos que ese gesto significa “defensa”, podemos equivocarnos.
Lo mismo pasa cuando tratamos con personas de distinta nacionalidad, que podemos encontrarnos con gestos contradictorios con nuestra forma de entender el lenguaje corporal.
Se dice que si nuestro/a interlocutor/a echa el cuerpo hacia atrás es que se retira, si se frota un lado de la nariz es que miente, etcétera. Eso no es cierto. No es realista afirmar que un gesto significa siempre lo mismo sin tener en cuenta quién lo hace y porque lo hace. Tiene usted que observar que hace cada cliente. Es posible que una persona en particular incline el cuerpo hacia delante cuando se sienta interesada; cuando se lo haya visto hacer dos o tres veces, puede suponer que existe una relación entre ambas cosas. Otro cliente quizá eche el cuerpo hacia atrás cuando miente, y un tercero puede que se rasque la nariz porque tiene alergia y le pica.
Las palabras que usan la gente, la mirada y los gestos que hace son individuales y personales. Descubrir el significado de gestos y miradas específicos en personas determinadas exige una cuidadosa atención.
Lo que hay que interpretar del lenguaje corporal son los movimientos y cambios de postura que se hacen como reacción a un estímulo realizado por el/la interlocutor/a, en este caso nosotros/as. Si estamos sentado frente a un/a cliente y este/a está con los brazos cruzados, no significa necesariamente que está en una actitud hostil, puesto que no ha habido una reacción a ningún estímulo, sino que se trata de una postura de partida. Ahora bien, si antes no tenía los brazos
cruzados y luego, durante la conversación, se dice algo que le hace cruzarlos, en este caso, sí que se hace significativo el lenguaje corporal.
Otro ejemplo se produce cuando alguien se toca la nariz, mientras habla. Puede ser porque le pique, pero si lo hace de forma involuntaria, puede significar que lo que dice no es cierto.
A continuación se indica una serie de movimientos y gestos que hay que analizar observando al/a la cliente y comprobar si existe relación entre sus movimientos y gestos y, su interpretación:
·         Una mirada baja podría significar inseguridad, tristeza, preocupación y también distracción. Esa mirada que va por encima del hombro denota superioridad o desprecio. Mirar hacia otro lado puede ser falta de interés o que estamos absortos en otra cosa.
·         La gente que, frecuentemente, se toca el cuello de la camisa por dentro, como intentando aflojárselo, si lo hace porque realmente le aprieta, es un signo lógico, pero si lo hace involuntariamente, es casi seguro que se siente presionado o está en una situación embarazosa.
·         Cuando una persona miente, exagera o se siente incómodo con lo que dice, sus ojos suelen parpadear con más rapidez.
·         El apretón de manos. La forma correcta de hacerlo es con firmeza pero no tan extremadamente que produzca dolor a la otra persona, y sólo con una mano (aunque con un amigo, es posible y normal utilizar las dos).
·         Una mano húmeda es señal de nerviosismo. Observemos, por tanto, si alguien se seca las manos antes de ofrecérnosla.
·         La manera en que extendemos la mano a la hora de saludar o despedirnos mediante un apretón también debe ser cuidada. Es conveniente extender la mano en una posición vertical, si lo hacemos con la palma de la mano hacia abajo será señal de superioridad por nuestra parte, lo cual puede molestar a aquel/la cliente que lo sepa. Si, por el contrario, lo hacemos con la palma hacia arriba demostraremos sumisión y si, además, le sumamos a esta actitud un apretón demasiado débil, como dejando caer la mano, el resultado puede ser fatal para nosotros/as.
·         Cuando nos estén argumentando algo hay que tener especial cuidado con la posición de los brazos de la otra persona. Si lo hace con los brazos cruzados sobre el pecho podemos interpretar que nos está ocultando algo o no está totalmente de acuerdo con lo que nos dice, sin embargo, la postura de hablar con los brazos no demasiadamente extendidos denota que esta persona no tiene nada que esconder. Si los brazos están cruzados a la altura de las caderas por delante del cuerpo puede significar miedo, temor o respeto.
·         Cuando veamos que nos asienten con la cabeza podemos asegurar que están atendiendo a lo que decimos. Pero ojo, también se puede asentir sin escuchar, aunque esto se nota fácilmente. La gente que permanece estirada y sin movimiento aparente, posiblemente, no nos está prestando atención, ya que, probablemente, estará pensando en otra cosa.
·         Si además de asentir con la cabeza, nuestro/a interlocutor/a se toca la barbilla con el pulgar y el índice, puede ser una buena indicación de que su interés por lo que decimos es alto. Si por el contrario tiene los nudillos cerrados bajo la barbilla en la mano abierta con el codo sobre la mesa, puede ser una clara señal de aburrimiento. En este caso en el que la atención que nos presta es pequeña, ha llegado el momento de hacer algo para volver a captar la atención de nuestro/a interlocutor/a, por ejemplo una pregunta.
·         Cuando se golpea con los dedos en la mesa a modo de tambor, puede ser una señal de impaciencia y cuando alguien se retuerce las manos puede ser un signo evidente de que la persona está bajo fuerte presión.
·         Juntar las puntas de los dedos de las manos poniéndolos en forma de cúpula puede ser una señal de confianza y superioridad.
 ·         Cuando un hombre se toca el pecho puede ser una señal de sinceridad. Si lo hace una mujer puede significar asombro o protección.
·         Tocarse el puente de la nariz con los ojos cerrados puede indicar que la persona está realmente concentrada en lo que sucede o que está cansada. Por el contrario, tocarse la parte trasera del cuello con la mano puede ser una señal inequívoca de aburrimiento y/o cansancio.
·         Las personas que usan gafas pueden ofrecernos señales adicionales. El que mira por encima de las gafas suele indicar que no nos cree o que no aprueba lo que estamos diciendo, así como señal de superioridad
·         Si alguien se limpia las gafas de forma repetitiva, puede significar que necesita más tiempo para pensar. En este caso habría que relajar la situación y hablar de algo menos trascendente para que nuestro/a interlocutor/a tenga tiempo para pensar en los puntos más importantes.
·         Ponerse las patillas de las gafas en la boca, un lápiz o cualquier otra cosa puede sugerir que lo que estamos diciendo a nuestro/a interlocutor/a le gusta y desea oír más. Pero si alguien arroja las gafas o el lápiz sobre la mesa, nos puede estar demostrando que no quiere oír más de lo que hablamos.
·         Si alguien se quita las gafas y las deja caer suavemente sobre la mesa, así como un lápiz o cualquier otra cosa significa que nos está escuchando.

Entender el lenguaje corporal requiere mucha práctica. Por eso, desde este momento, debemos empezar a practicar, debemos estar alerta. No te relajes en la relación con los/las demás; observa el lenguaje corporal y el estado de ánimo del/la cliente durante la entrevista.
Las Barreras de la Comunicación
Hemos dicho que la sintonía es imprescindible para que la comunicación entre asesor y cliente sea posible. Pero a veces la comunicación no es posible debido a lo que llamamos LAS BARRERAS DE LA COMUNICACIÓN.
Hay varios tipos de barreras de la comunicación:
Barreras Fisiológicas. Responden a causas de orden orgánico. Por ejemplo:
·         Un dolor físico
·         La fatiga o cansancio intelectual
·         Sentir frío
·         No oír bien
·         El mal olor (corporal, del aliento, etc.)
·         Etc.
Barreras Físicas. Responden a causas de orden material, climático, del entorno. Por ejemplo:
·         La mesa
·         La incomodidad
·         Los ruidos
·         La falta de iluminación
·         Las interrupciones
·         Las distracciones
·         Etc.
 Barreras Psicológicas. Responden a causas de orden mental, anímico, emocional. Por ejemplo:
·         Los prejuicios
·         Las preocupaciones
·         La impaciencia
·         El apretón de manos (doloroso, blando, húmedo)
·         Invadir la zona personal del/la cliente sentándonos muy cerca de él/ella
·         Discutir
·         “Meter goles”
·         Hacer comentarios con poco tacto
·         Caerle mal a nuestro/a interlocutor/a
·         Los gestos desagradables
·         Etc.

Barreras Semánticas. Responden a causas de orden verbal. Por ejemplo:
·         Lenguaje técnico
·         Usar jerga
·         El tono monótono
·         Las muletillas
·         Juramentos
·         Sarcasmo
·         Expresiones malsonantes
·         Etc.

Lógicamente, las barreras anteriormente descritas traen una serie de consecuencias negativas en nuestro trato con los/las clientes, como:
·         Malos entendidos
·         Mayor número de objeciones del/la cliente
·         Molestarles haciéndole repetir cosas que ya dijo en su momento

Para que seamos conscientes de la importancia de una buena comunicación en todos los aspectos que rodean nuestra vida, quizá valga este dato:

LOS ERRORES EN LA COMUNICACIÓN CREAN CONFLICTOS INTERPERSONALES: UN 90% DE LOS PROBLEMAS QUE OCURREN ENTRE LOS HUMANOS SON PROBLEMAS DE COMUNICACIÓN

En nuestro trato con los/las clientes, el buen profesional debe ser capaz de prevenir y evitar este tipo de barreras. Lógicamente unas son más fáciles de eludir que otras.


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