Al nacer, el objetivo
principal de cualquier marca no es un mercado en sí, sino la mente del
consumidor. La misión es comenzar a influir en cómo piensan y qué necesitan los
clientes para que un nuevo mercado vaya cobrando cuerpo.
Eso exactamente hizo
Rolex cuando nació como marca, hace cerca de un siglo: inventar el reloj de
lujo. No creó de golpe un mercado, sino que comenzó a abrirse hueco en la mente
del cliente con un nuevo concepto: distinguirse socialmente por un accesorio
como el reloj, hasta entonces poco utilizado como reflejo de lujo y poder
adquisitivo.
Ser el primero en
conquistar un mercado no es condición, sin embargo, para la garantía de un
éxito eterno. Los productos y servicios son copiables y la competencia no
tardará en llegar. Lo único que consolida a una marca definitivamente en la
mente del consumidor, el único factor que afianza un posicionamiento de largo
plazo es la capacidad de esa marca para hacerse con un liderazgo permanente de
su mercado. Éste es el autentico reto de un buen branding.
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