Con el tiempo, sin
embargo, está claro que se alcanza un punto en el que se limita el potencial de
divulgación que tienen la comunicación y las relaciones públicas. El
interrogante que surge, entonces, es cómo mantener en el candelero a una marca
cuya creación se basó esencialmente en estas estrategias.
Es aquí cuando entra en
escena la publicidad: su función es la conservación de una marca, antes de su
creación. Colocar a una marca en el top of mind del consumidor exige, tarde o
temprano, un impulso publicitario.
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