Los productos se hacen en la fábrica, pero las marcas en la
mente. El posicionamiento es una metodología que parte de entender cómo
funciona la mente.
Lo definimos como “lo que diferencia al producto, a la
empresa en la mente de los clientes”. Es la razón que hará que el comprador
esté dispuesto a pagar un poco más por nuestra marca. El truco consiste en
encontrar la forma de expresar la diferencia.
Es fácil si se es más rápido, seguro, atractivo o nuevo,
aunque algunas veces hay que recurrir a otros atributos no tan vinculados al
producto, a la empresa, pero que interesan al cliente y refuerzan nuestra
imagen en su mente.
Una vez diferenciado el atributo que diferenciará y hará
preferida a nuestra marca, hay que concentrarse en él.
Desde el “I+D+i” hasta la imagen corporativa, todo debe
orientarse a crear credenciales que refuercen el concepto diferenciador.
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