Cada
vez menos, los/las clientes conceden segundas oportunidades a las empresas, por
eso debemos sentirnos afortunados cuando un/a cliente nos presenta una queja,
porque una queja o reclamación son una segunda oportunidad para dejar
satisfecho/a al/a la cliente.
El enfado es una emoción,
por tanto, no se debe tratar con lógica. Por ejemplo, el decir “cálmese por
favor” o gritar no ayuda a entendernos. Puede ser una respuesta lógica y el/la
cliente lo sabe, pero no lo aceptará ya que se siente emocionalmente molesto/a.
¿Cómo tratar las Quejas?
Enfriar la situación
A los/las
clientes enfadados/as hay que atenderlos/as cuanto antes, pues, en otro caso,
tendrá una segunda queja que exponer.
Aunque lo
que digamos en este momento es importante, lo crucial es la forma en que
lo decimos, cómo miramos al/a la cliente y cómo actuamos.
Nuestro
lenguaje corporal dirá al/a la cliente más que nuestras palabras. Sonríe,
mírale a los ojos. El secreto está en pensar con interés, ya que esto se
reflejará en nuestras acciones. Pensar de una manera y actuar de otra es
difícil y seguramente revelará la falsa actitud.
En algunas
ocasiones, un/a cliente enfadado/a puede dirigirse a ti de forma ofensiva.
Controla tus emociones, cuida tus gestos y mantén un tono educado.
Después de
todo, el problema del/la cliente es nuestro problema. Para eso nos pagan.
En la
mayoría de los casos, el hecho de mostrar verdadero interés y hacer
notar que estamos dispuesto a ayudar, enfría la situación y tranquiliza al/a la
cliente.
Además, el
hecho de preguntar su nombre y usarlo, demuestra que tenemos un interés
personal por el problema. Identifícate tú también.
Si
es posible, lleva al/a la cliente enfadado/a a una zona apartada del resto de
los/las clientes, así ningún otro cliente se llevará una mala impresión y, por
otro lado, podremos hablar mejor.
Dale
la oportunidad de desahogarse y no le interrumpas. La mayoría de los/las
clientes enfadados/as se calman una vez que han dicho lo que tenían que decir,
y eso te permitirá poder actuar.
Relájate
y no te distraigas, no aceptes llamadas telefónicas, etc. Bajo ningún concepto
deberás perder la calma o actuar de forma no profesional.
Ponte
en el lugar del/la cliente y piensa cómo te gustaría que te tratasen si
estuvieses en su situación.
Todas
estas recomendaciones para enfriar la situación debes tenerlas en cuenta
durante todo el proceso del tratamiento de la queja.
Los
pasos a seguir para tratar una queja son los siguientes:
1.
Reconocer que existe un problema y disculparse con neutralidad.
Ponte
en el lugar del/la cliente y pregúntate: “Si estuviera en la misma situación, ¿cómo
me gustaría que me tratasen? ¿qué me gustaría oír? Esto te llevará a decir
lo correcto. Por ejemplo: “Sr. García, comprendo su malestar y siento que se
haya producido esta situación”.
De
esta forma, estamos actuando con empatía, porque entendemos que el/la cliente
se queja porque existe un problema, por lo menos para él/ella, aunque esto no
quiere decir que estamos reconociendo nuestra culpa.
2.
Establecer los hechos.
A
veces, el problema está claro. Por ejemplo, si se ha hecho esperar al/a la
cliente o si algún aspecto de nuestro producto no le ha satisfecho plenamente.
Otras
veces, a través de lo que dice el/la cliente, o de su actitud, podemos juzgar
que existe una dificultad, pero debemos conocer lo que a ocurrido con todo
detalle.
Llegarás
a la raíz del problema haciendo las preguntas adecuadas y escuchando
activamente. Realiza preguntas abiertas y evita acusaciones directas como
por ejemplo: “¿Está seguro de que usted no...?”. Mejor sería decir: “¿Es
posible que...?”.
Demuéstrale que las preguntas que le
haces son para recabar información que te ayude a darle una solución, y no para
buscar culpables o inventar excusas.
Cuando
el/la cliente hable, asegúrate de que escuchas lo que realmente está diciendo y
no lo que crees que está diciendo. Intenta pensar en el problema desde el punto
de vista del/la cliente.
3.
Decidir si estamos ante un caso evidente.
Si
este es el caso, no hay más discusión. Discúlpate cuando sea obvio que fuimos
nosotros/as los que nos equivocamos. Nuestro cliente es razonable y aceptará
una sincera disculpa si ve que se van a tomar medidas para arreglar las cosas.
Pero,
a veces, te encontrarás con quejas que no están justificadas porque los/las
clientes no conocen o no entienden los procedimientos de nuestra empresa. Si
esto sucede, explica la situación de forma clara y sencilla.
Si
al final, tienes que decir NO, asegúrate de que cuentas con razones
justificadas y hechos evidentes y explícaselas de forma clara, sencilla y
amable.
Se
firme y así demostrarás que tiene confianza en lo que dices, pero sobre todo,
se amable y educado, así demostrarás que estás siendo razonable.
Si
todo esto no funciona, entonces debes sugerir una “segunda opinión” de algún/a
jefe/a.
Concédele
al/a la cliente el beneficio de la duda en los casos en que has podido ser
parcialmente culpable.
Si
existe un problema real, y la queja es justificada, entonces es tu
responsabilidad ofrecer una solución lo antes posible.
Busca
la solución más adecuada, tranquilizando al/a la cliente y dando al caso una
salida airosa, sin comprometerte con promesas u ofrecimientos que no puedas
cumplir.
Las
soluciones deben ser aceptables para las dos partes, para el/la cliente y para
ti y tu empresa, aunque lo correcto es dar alguna ventaja al/a la cliente si el
error ha sido nuestro y por supuesto, no cobrar el servicio erróneo.
Si tienes que pasarle el/la cliente a
otro/a compañero/a, porque este puede resolver el problema mejor que tú y está
disponible, resúmele el caso para que no tenga que repetírselo el/la cliente.
De cualquier forma, si no es posible esto de forma inmediata, entonces debes
asumir la responsabilidad.
Esto
no quiere decir que debas culpar a otros departamentos, otras personas, otros
sistemas o a la empresa en general, incluso si realmente fuesen culpables. Al/a
la cliente no le importa quién es el culpable, sino que le soluciones su
problema.
En
este momento tú representas a la empresa y tu objetivo final debe ser dar al/a
la cliente una imagen positiva de ti, del producto y de tu empresa.
Existe
el peligro de que, al enfrentarnos a una situación difícil, “pasemos la pelota”
al/a la cliente, a un/a compañero/a e incluso al producto, etc. Si adoptas una
actitud defensiva puedes dar una mala impresión y llevar al/a la cliente a
estar incluso más insatisfecho/a.
5.
Despídete cortésmente
Cita
su nombre al despedirte del/la cliente, estréchale la mano, agradécele sus
molestias y ponte a su disposición.
Tras
la despedida no termina tu labor. Si la queja no ha podido quedar solucionada
durante la entrevista, despídete del/la cliente prometiéndole solucionar el
problema lo antes posible e informarle de las gestiones que vayas realizando.
De nada habrá servido lo realizado hasta ese momento si no te aseguras que se
cumple la promesa de encontrar una rápida solución al problema.
6.
Informar a la persona adecuada.
Si
ha existido un problema real, bien tangible (producto defectuoso, mal servicio,
etc.) o intangible (tener que esperar demasiado, actitudes de los empleados o
incluso un problema de lenguaje, etc.), conviene informar con precisión a la
persona adecuada para prevenir que el problema se reproduzca.
De
este modo la empresa aprende con su propia experiencia, y el nivel de calidad y
servicio mejorará continuamente.
No existe fracaso, sólo información
útil. “Fracaso” es una manera de llamar unos resultados que no deseábamos.
Utilicemos los resultados obtenidos como información útil para perfeccionar lo
que hacemos. Aprendamos de esa información qué podemos hacer a continuación.
Para ello podemos hacernos las siguientes preguntas:
¿Podría haber sido mejor mi actitud ante el/la
cliente?
¿Podría haberme comunicado mejor con el/la
cliente?
¿Podría mejorar mis conocimientos sobre el
producto y los procedimientos?
Como ya
hemos dicho, una reclamación se convierte en la segunda oportunidad de atender
al/a la cliente, por eso hay que agradecerle que nos dé esa oportunidad.
Reclamaciones por Teléfono
·
No hagas esperar al/a la
cliente.
·
Si tienes que consultar a
un/a compañero/a, que sepa por qué le has tenido esperando.
·
Si no puedes resolver el
problema en un periodo de tiempo razonable, asegura al/a la cliente que usted o
alguno de su empresa le llamará.
·
El problema es nuestro y nos
corresponde tomar la iniciativa.
·
Para atender adecuadamente
las reclamaciones hechas por teléfono, debe tener un buen conocimiento de lo
que hace cada cual en su empresa, de manera que puedas hacer seguir los problemas
a la persona indicada.
·
Un/a cliente al/a la que se
le va pasando de una extensión a otra, aumentará su ansiedad y tensión.
TRATAR CON LOS/LAS CLIENTES ES UNA HABILIDAD QUE SE PUEDE
APRENDER: SI NO CUIDAS BIEN DE TUS CLIENTES ALGUIEN LO HARÁ POR TI.
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